16 enero 2007

Sabiduría tolkiniana

"Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos".
(El Señor de los Anillos)

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15 enero 2007

Pena de muerte

Parece que últimamente se ha puesto de moda esto de ejecutar a criminales en Irak. Y eso me ha hecho pensar en el clásico debate sobre la pena de muerte. Y –dejando de lado cuestiones meramente éticas- en si sirve de algo o no.

Como Abogado, creo en la Justicia y en la necesidad de Justicia. El sistema penal debe ser eficaz, y una de sus funciones primordiales es prevenir el crimen. Evitar los delitos antes de que estos tengan lugar. Cuando estuve viviendo en Texas, mis amigos republicanos de por ahí me justificaban la pena de muerte con el mismo argumento con que justificaban la tenencia libre de armas: Que sirven para evitar que el delito tenga lugar.

En teoría, si tienes pena de muerte en un Estado, reducirás el crimen porque los delincuentes tendrán miedo de morir y se portarán bien. Esa era, al menos, la tesis que me ofrecían mis amigos.

La realidad, lamentablemente, nos ofrece otro punto de vista. De hecho, mi respuesta inmediata a mis fogosas amistades tejanas era: “Si eso fuera cierto, Texas sería el lugar más seguro del mundo para vivir; y no es así. Es todo lo contrario”.

Resulta curioso que en un lugar donde existe tanto la pena de muerte (incluso para discapacitados psíquicos) como la tenencia libre de armas, los delitos presenten niveles estratosféricos. Unas estadísticas para mostrarlo: La población reclusa de Texas es nada menos que cuatro veces mayor que la española.

Y no hablo de población reclusa total (como Texas es mayor que España, puede tener más habitantes). Hablo de población reclusa por cada 100.000 habitantes (es decir, poniendo ambos lugares al mismo nivel estadístico).

Por cada criminal en la cárcel que hay en España, Texas tiene 4. Por cada delito por el que se ha condenado a alguien en España, en Texas hay 4.

No me parece que sea el paraíso de la seguridad. Y España no es precisamente el país europeo con menos población reclusa. De hecho, estamos a la cola en este sentido. Si se compara Texas, por ejemplo, con Francia, la distancia puede llegar a ser hasta 6 veces mayor (fuente, “Atlas de Le Monde Diplomatique”).

Así que la pena de muerte no sólo no asusta a los criminales, sino que tiene el efecto totalmente opuesto: Hace que haya más delitos.

Otras estadísticas lo demuestran. Por ejemplo, en España ha habido periodos históricos en los que tuvimos pena de muerte. Y, curiosamente, en estos periodos los delitos de sangre (con violencia, para entendernos) no sólo no disminuyeron sino que incluso aumentaron.

¿Por qué? Porque el criminal no tiene nada que perder. Si le van a condenar a muerte, pues por lo menos mejor disparar primero y preguntar después. Así puedes tener la suerte de que no haya testigos y de que nadie te pueda mandar a la silla eléctrica. Es un poco el efecto “de perdidos, al río”.

Lo que hace que el principal argumento para defender la pena de muerte se desmorone.

Ello por no mencionar que siempre puede haber errores judiciales (y, de hecho, los hay más a menudo de lo que pensamos). No sé vosotr@s, pero yo prefiero que si se van a equivocar al condenarme, se equivoquen con una pena de prisión que con una de muerte. La primera, la pueden corregir hasta cierto punto. La segunda no tiene remedio.

En el fondo, siempre he preferido que haya cien criminales en la calle a que haya un solo inocente en la cárcel. Así que imaginad lo que pienso sobre ejecutar a ese inocente.

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360.000.000.000 dólares


¿Qué podríamos hacer con 360.000.000.000 dólares?

Imaginemos que un duendecillo nos diera esta enorme cantidad de dinero, con la condición de gastarla en algo que afecte a todo el mundo. ¿Qué podríamos hacer con ella?

Podríamos, por ejemplo, hacer que casi 50.000.000 niños recibieran un año de educación pre-escolar. Suena bien. La educación siempre es buena inversión. Como dijo Victor Hugo: “Abrid escuelas para cerrar prisiones”. Pero veamos más posibilidades.

Siguiendo esta línea de pensamiento, con ese dinero podríamos contratar a más de 6.000.000 profesores para la escuela pública. Lo que no está nada mal. De hecho, hasta podríamos repartir las cantidades con la cifra anterior, y pagar la educación de “sólo” 25 millones de niños y contratar “sólo” a 3 millones de profesores. Aunque hay otras opciones.

Por ejemplo, podríamos haber proporcionado más de 17.000.000 de becas de cuatro años para que otros tantos alumnos pudieran cursar sus estudios universitarios.

O, saliendo del tema educativo, podríamos haber construido más de 3.000.000 casas para los sin techo.

O, con una ínfima parte de esta cantidad (sólo 15 mil de los 360 mil millones), podríamos –agarraos- proporcionar sanidad básica a todo el planeta, vacunar a todos los niños del mundo, proporcionar agua potable a todos los habitantes de la Tierra, eliminar todas las formas graves de desnutrición, y reducir las menos graves. Todo a la vez.

Sí. Todo eso a la vez. Con 1/24 parte del dinero que tenemos.

Las cifras no salen de la nada. Podéis ver las fuentes aquí y aquí.

En cambio, ¿qué estamos haciendo con 360.000.000.000 dólares?

Pues estamos sufragando una guerra inacabable en Oriente Medio, que corre el riesgo de convertirse en guerra civil o –peor- en conflicto generalizado en una de las zonas más volátiles del mundo. Estamos dilapidando ese dinero en una absurda aventura que ya ha costado las vidas de más de 3.000 soldados estadounidenses (sí, más que la gente que murió el 11-S) y más de 50.000 civiles iraquíes. Eso sin contar heridos, infraestructuras dañadas, familias destrozadas en ambos bandos, auge del terrorismo, y que el petróleo esté por las nubes desde que esto empezó.

Ahora se nos anuncia la “nueva estrategia” para Irak. Y resulta que esa estrategia consiste en enviar más soldados y gastar 100.000.000.000 dólares más.

En fin, ¿alguien me puede explicar en qué se diferencia la “nueva estrategia” de la vieja?

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